Historias de Horror

Cuentos de terror del escritor panameño Enrique Ceballos

En esta historia de horror, dos chicas corren en la oscuridad de la noche, huyendo de su perseguidora.

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En una noche oscura de luna llena, dos chicas adolescentes corrían de manera desesperada, se notaba en su respiración que llevaban así largo rato, como huyendo o escondiéndose de algo que las perseguía.

Al llegar a un callejón oscuro y sucio, pero que les proporcionaba un escondite temporal, iniciaron una conversación algo extraña, mientras el recobrar el aliento se los permitía.

-Lo ves Ana…te dije que esa chica Silvia era muy rara, nunca hablaba y solo nos miraba todo el tiempo, no tiene amigos y nadie sabe como fue a parar a nuestra escuela, ahora resulta que nos persigue, con ese caminar torpe que tiene, pero siempre que volteamos esta allí, yo estoy aterrada.

-Lo sé…yo también estoy muy asustada…que se cree esa loca, deberíamos salir y golpearla, ella solo es una, aunque tengamos miedo podemos enfrentarla no crees?

-No lo sé Ana, recuerdas lo que siempre nos han contado nuestros abuelos acerca de aquellos seres infernales que aparecen y se llevan a las personas?…yo estoy seguro que Silvia es una de esos, por eso esta detrás de nosotras, no debemos salir, debemos quedarnos aquí escondidas…

-Tu crees en eso?

-Si Ana, mi abuela me dijo que primero buscan hacerse tus amigos, justo como Silvia lo ha intentado, luego cuando ganan tu confianza, se muestran tal y como realmente son y tu desapareces sin dejar rastro, Silvia debe estar muy molesta porque siempre la ignoramos y lo único que desea es desaparecernos ya.

Adriana, la chica que que le contaba a Ana sobre como era que actuaban los demonios como Silvia, estaba tan asustada narrando lo que su abuela le había contado, que no se daba cuenta como en complicidad con lo oscuro de aquel callejón donde se escondían, los dientes de Ana se alargaban y afilaban, sus uñas se tornaban negras y crecían y sus ojos cambiaban a un rojo que brillaba, mientras su piel era de un blanco pálido, para luego en un segundo interrumpirla para decirle con una voz delagada y siniestra:

-Adriana….Adriana…mírame!

Los ojos de Adriana casi salen de su rostro, lágrimas corrieron por sus mejillas para luego dar un grito casi mudo dentro de aquel sucio callejón.

Justo en ese momento, Silvia llegaba caminando a aquel lugar, se detuvo frente al callejón, pero por más que buscó y miró, allí no había nadie, era solo un lugar vacío, se cruzó de brazos y con una cara de total extrañeza y algo asustada se dijo a si misma.

-Es extraño, juraría que Ana y Adriana entraron aqui, pero este lugar esta vacío.

Adriana no volvió a ser vista.

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