En este cuento de terror, el dueño de unos cuartos de alquiler, conoce a su mas bello inquilino…o mas que eso.
Don Jaime, un anciano de unos 75 años, propietario de unos cuartos de alquiler, en los cuales generalmente solo se hospedaban las personas por pocos días, ya que no eran de lo mejor que había, un día se sorprendió al ver que una chica muy joven llegaba para rentarle un cuarto.
Aquella chica no traía mucho equipaje, apenas un par de maletas, parecía ser muy refinada, no era común que alguien así se acercara por tal lugar. La mujer le pidió un cuarto cualquiera, no pensaba permanecer mucho tiempo allí, Don Jaime la miraba de arriba a abajo con cara de lujuria, el aun se sentía con capacidad para estar enamorando a las chicas, era un viejo verde, y tenía sus formas, y eso que recientemente fue operado del corazón.
-Buenas noches, necesito que me alquile un cuarto por unos días.
-Claro, claro… le daré el mejor que tengo, tome esta llave, el cuarto esta al final del pasillo.
Don jaime no podía dejar de mirar el bello cuerpo de la joven, tanto que al levantar la cabeza después de mirarle las nalgas, sus ojos chocaron con la mirada de incomodidad de la hermosa joven.
Algunos días pasaron, la chica salía siempre en la mañana y regresaba en las tardes, siempre con alguna bolsa pequeña en la que parecía traer algo de comer, Don Jaime, a pesar de tener otros inquilinos que atender, no dejaba de pensar en ella, de verla, observarla, la chica se percataba de esa actitud pero no le hacía caso.
Una mañana, antes de salir como siempre hacía, la mujer fue a preguntarle a Don Jaime por alguna dirección, el, por supuesto, muy atento intentó darle la información, sin embargo algo lo perturbó por un momento, tal vez por un breve espacio de tiempo, mientras miraba los bellos ojos de su inquilina, un pequeño gusano de color verde quizás salió uno de los ojos de ella, luego otro de la nariz, Don Jaime tartamudeó por un instante y tuvo que frotarse los ojos, para comprobar que no era mas que su imaginación, un lapsus tal vez.
La joven se retiró y Don Jaime, una vez pasado el susto de la visión que tuvo, no resistía las ganas de poder tener algo de la chica, algo para recordarla siempre antes que se fuera. Don Jaime, tenía una solución para esto, el siempre guardaba una copia de la llave de ese cuarto específicamente y, aprovechando que ella no estaba, sin hacer ruido decidió entrar en busca de roa íntima de la mujer.
Al entrar, se sorprendió al ver que en el cuarto no había nada, era como si la chica no hubiera desempacado nunca, solo se encontraban 6 bolsas que día a día había traído cuando regresaba de sus paseos o diligencias. Don Jaime pensó que tal vez en alguna de ellas podría encontrar algo que lo ayudara a complacer sus bajos pensamientos de lujuria, asi que mirando a todos lados, como si sintiera que lo observaban, con mucho cuidado abrió la primera bolsa y al tratar de mirar dentro, cientos de moscas salieron de pronto como una estampida contra su cara, haciéndole perder el equilibrio y caer de espaldas…
-Pero que rayos es esto…que hay en esa bolsa?
Se incorporó, tembloroso y a la vez asqueado, espantando las pocas moscas que podía ahuyentar, al abrir el saco, su impresión fue mayor, al ver un brazo mutilado desde el hombro hasta la mano, Don Jaime arrancó a vomitar, y asustado y desesperado abrió otras tres bolsas, encontrando igual cantidad de moscas y gusanos en algunas, pero lo peor es que en cada una estaban, el otro brazo, y cada pierna de de alguna persona…
-Maldición, esta mujer es una asesina, que demonios sucede aquí?
Aun quedaban dos bolsas por revisar, Don Jaime en vez de salir y llamar a la policía, decidió ver una bolsa más, en esta se encontraba el torso de la persona, desde el cuello, hasta cadera, fue en este momento que algo llamó su atención, aunque había sangre, el torso mutilado parecía tener una cicatriz en el pecho, justo como la que el tenía por la operación del corazón.
-Que es esto?…quien es esta persona?
Don Jaime revisó una de las bolsas con uno de los brazos, la mano era muy parecida a la de el, definitivamente algo muy siniestro y macabro sucedía, quien era esa persona descuartizada dentro de las bolsas en esa habitación?.
Solo había una forma de asegurarse, aunque el comprobarlo podría dejarlo aun ma´s confundido, pero muy aterrado y al borde de la locura.
Don Jaime, tal como si se moviera en cámara lenta, aunque sus manos temblaran y el sudor frío saliera por todos sus poros, tomó la última bolsa, esa donde seguro estaba la cabeza, la bolsa que revelaría quien era el muerto, la empezó a abrir, moscas y gusanos salía por todas partes, se asomó dentro, vio unos cabellos de color negro justo como os de el, pero antes de ver el rostro, recibió un fuerte golpe en la nuca, dejándolo casi inconsciente en el piso, intentó girarse para ver quien lo golpeaba y antes de desmayarse, pudo ver a la joven parada entrada, sosteniendo un bate con el que lo había golpeado.
-Tu…tu…eres una ases…me…has…matad…
Don Jaime no pudo terminar la frase, pero si vio como el rostro de la chica no era mas que un montón de gusanos, no solo su rostro, también su cuerpo estaba todo lleno de gusanos, moscas, era como si ella misma estuviera podrida. Don Jaime se desmayó, y la mujer se arrojó encima de el, cubriéndolo de gusanos y moscas, devorándolo hasta desaparecer.
Luego de unas horas, la mujer se levantó con algunos gusanos recorriendo su cuerpo, ya muy pocos y dejó un mensaje para Don Jaime…
-Viejo pervertido, tu estabas muerto desde el momento en que miraste con lujuria.
La mujer desapareció del lugar, inevitablemente el olor putrefacto de las bolsas y la desaparición de Don Jaime, hizo que los inquilinos llamaran a la policía, revisaron las bolsas, encontrando las partes mutiladas, también la última bolsa que contenía la cabeza de la Don Jaime.
Aveces suceden cosas que no se pueden entender, nos encontramos con personas con quien no debemos encontrarnos, Don Jaime pagó su mal pensar.